El niño que se convirtió en hombre

Mucha gente no valora la suerte que se tiene al nacer en un país desarrollado, cuando tu mayor preocupación es sacar buena nota en un examen para que tus padres te compren el FIFA 23. En la actualidad, la situación en muchos lugares del planeta compromete a sus habitantes, de hombres a mujeres, de niños a ancianos. Bell-lloc del Pla ha acogido a algunos adolescentes que han tenido que huir de sus países con la esperanza de mejorar o simplemente preservar su vida. Hoy les contaremos la historia de un niño que se convirtió en hombre.

En primer lugar, para defender la intimidad del entrevistado vamos a darle el seudónimo de Leo. Para poder entender su vida tenemos que alejarnos de la visión del mundo que nos rodea y acercarnos a Pakistán, en el sur del continente asiático. Concretamente a Kot Babale. Este es su lugar de origen, donde hay un crecimiento demográfico del 3% al año y la pobreza es lo habitual. Se ha maltrecho la educación, la salud pública y el agua potable. Una región en la que hay 220,9 millones de personas y de las cuales 19 millones son niños que trabajan en las peores condiciones imaginables.

Ahora podemos comprender la razón por la cual nuestro amigo marchó hacia “El sueño europeo”. Para llegar a Girona pasó por once países aparte de España: Pakistán; Irán, donde se quedó un mes; Turquía, el lugar en el que pasó tres meses y le detuvieron; Grecia, otro sitio en el que fue detenido, pero en este caso seis veces, el mismo número de meses que vivió allí; Macedonia del Norte; Serbia, la que tardó en cruzar diez días; Rumanía; Hungría; Austria, el país en el que fue detenido, que después de diez días logró escapar de dicha detención; Italia, la que cruzó en siete y por último Francia. Durante este viaje, Leo tuvo poca posibilidad de comunicarse con su familia, que aunque la hubiese dejado atrás, siempre llevaba en su interior. Ellos hablaban una vez al mes, ahora cada día. La mayoría del trayecto lo realizó caminando, pero dependiendo de la zona pagaba para que le llevaran en coche. Este viaje no lo hizo solo. De Pakistán salió con dos amigos, uno se encuentra en Italia y el otro en Francia. 

Una hazaña que cabe recalcar es la capacidad de aprendizaje que tiene nuestro compañero. Durante su travesía aprendió a hablar con fluidez el griego e inglés, y durante su estancia en España está aprendiendo catalán y ya puede mantener una conversación en castellano.  Además, no es que tenga una o dos, sino tres lenguas maternas: el urdu, el hindi y el punjabi.

En la actualidad vive en un centro de menores, con otro compañero nuevo procedente de Marruecos, en Girona. En esta ciudad lleva dos meses, pero su primera estancia en el país fue en Olot.

En pocas palabras, después de conocer la vida y el viaje, con las incontables dificultades que ha tenido que superar, nos damos cuenta de lo afortunados que somos, pudiendo despertarnos todos los días sin la preocupación de si vamos a comer, si vamos a tener que caminar diez kilómetros en busca de agua potable o si nuestra supervivencia no correrá peligro. Esta es la vida de muchos adolescentes, que podríamos haber sido nosotros en caso de nacer en algún país subdesarrollado como puede ser Pakistán. Esta es la historia de “Leo”, la historia de un niño que se convirtió en hombre.